domingo, febrero 06, 2005

Liturgia





Hacía mucho tiempo que no le encendía una vela a mi “Buda Arrepentido”, como yo lo llamo. Esta noche volví a hacerlo. Porque siempre es preferible que alguien de madera esconda la cabeza entre sus manos y se arrepienta por ti. Y llore si es necesario. Y pida perdón entre sollozos. Y se humille. Hubo ocasiones en las que llegó a estar rodeado de velitas, tal era el número de veces en que necesitaba arrepentirme o la magnitud de la vileza. Esta noche bastará con una vela pequeña, porque no es culpa mía que haya ciudades demasiado pequeñas para rencores tan grandes. Porque no es culpa mía tampoco que las alcantarillas de esta ciudad sean demasiado estrechas para drenar un torrente de amor podrido. “Por eso, esta noche, mi sufrido Buda Arrepentido, bastará con una velita y la indefectible consciencia de nuestra no bondad, arrepentidos de nuestras culpas… pero con moderación.”

EL PASADO


Mira lúcido, no cedas el dominio a las sombras de la memoria.
Visita, después de los años, el pueblo Brie-Comte Robert,
Sigue por la arboleda entre las hojas secas de los castaños
Respirando profundamente, como solías hacerlo
Para ahuyentar el temblor que desbordaba en ti.
Pero no te ha sido escatimada la desesperación. Abandonar. Aceptar
Que desde entonces no habría para ti opción y que llevarías lo irrevocable.
Y lo has llevado. Y llegaste a ser éste que eres:
No demasiado honesto, pero consciente de tu no-bondad.
Avergonzado de tus culpas, pero sólo con moderación.

Czeslaw Milosz