Todo lo que necesito son dos semanas de lunas amarillas, mi viejo sable, algunas cartas naúticas y otras tantas de corrientes, vientos y mareas. También una botella de ron. Para cuando el dolor del recuerdo sea más fuerte que la tormenta, más fuerte que el plomo candente y el frío acero.
Hasta pronto.
Que el cielo me perdone.
jueves, febrero 23, 2006
Y una botella de ron.
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