lunes, diciembre 27, 2010

Aire



Hay momentos en los que vuelvo a abrir este libro y leo al azar uno de sus párrafos y me siento como si emergiera hasta la superficie y llenara mis pulmones con una gran bocanada de aire fresco.

“La gente de la ciudad, los atardeceres de buen tiempo, se pasea por el pontón. Se ven pálidos aldeanos de rostros grandes e inexpresivos. Se ven gentlemen curiosos y educados. Se ven familias de indios bien morenas y compactas y alborotadoras. Y se ven negros zulúes solitarios, acomplejados y temerosos. Todo el mundo viene a mirar los barcos, a soñar, a impregnarse de vibraciones de aventura, a imaginarse lo que puede ser una vida en libertad.”

Julio Villar. ¡Eh, petrel! Cuaderno de un navegante solitario.

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