Nunca antes me había dado cuenta. Fue justo hoy, el día en que cumplo años, minutos antes de abandonar Venecia dormida aún entre vapores dorados, cuando reparé en ello, cuando lo vi claramente escrito en la pantallita azul de mi teléfono móvil: todos los besos -los que damos, los que nos dan- esconden un grito silencioso de auxilio.
lunes, mayo 01, 2006
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