domingo, mayo 17, 2009

Tiempo de perros


Foto de Sutpen



"¿Por qué ha de llegarme este tiempo de perros justo cuando llego a una costa que no conozco?

 

Entre las nieblas que corren empujadas por las ráfagas del viento, me aparece la sombra de una punta que no llego a identificar. He visto unas rocas algo separadas y solitarias en cuyos alrededores la mar rompía y también he creído ver algo que podía ser el hueco de un valle pero que tal vez no era nada más que una claridad entre las nubes.

Julio, eres un mal marino, no sabes dónde estás.

Me digo que si me acerco mucho, tendré más posibilidades de acertar que de equivocarme, pero creo que esta no es una razón para jugar, pues el precio de un error pudiera ser demasiado caro.

Las raíces que me atan a tierra parecen despertar. ¡Qué cerca estoy de esa tierra que tanto necesito y qué difícil me está resultando llegar hasta ella!

 

A veces desearía que alguien me dijera qué es lo que tengo que hacer. Que me diera órdenes. Que me obligara a tomar ciertas decisiones. Que me librara de pensar… Estoy tan cansado…

¿Hago bien? ¿Hago mal? No sé, no sé… no sé nada.

 

Al final de la tarde, entre la niebla que se abre alguna vez, veo un par de veces la costa, quieta, allá por estribor. La costa quieta. La tierra quieta. Los bosques.

Pero la noche me llega borrándome ilusiones y esperanzas. Fría y sin alegrías, con olas fantasmas y costas escondidas.

Veo faros, pero con tanta mar no los puedo identificar. Unas veces cuento un destello; otras, tres; otras, dos; pero jamás los que me hacen falta para saber dónde estoy." 


(Pag. 90 ¡Eh, Petrel! Cuadernos de un navegante solitario. Julio Villar)

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