viernes, marzo 06, 2009

La palabra

Foto secuestrada

No llegué como ella a ningún castillo en el equipaje de un diplomático francés. De hecho puedo decir sin equivocarme que nunca he terminado de llegar a  ninguna parte. Llegar es un verbo más complejo de lo que creéis. Significa algo más que bajar de un avión, mirar el reloj de agujas de una estación de tren, colgar un cuadro de Vettriano en la pared desnuda del salón o regalar por navidad un pingüino de origami. Sin embargo, nos une una palabra. Una palabra afilada y fría como un cuchillo. No es “desesperanza”, mucho más inocente y roma –las zetas y las erres suaves siempre otorgan un cálido e inerme sabor melancólico- ni “desilusión”, que se deshace como un azucarillo de eses y haches en la boca. La palabra es “decepción”. No importa. Ya nada importa. He aprendido a convivir con esa palabra, a sobrevivir a ella, y este fin de semana volveré como antaño a ponérmela entre los dientes y pasaré por la quilla a todo aquel que se atreva siquiera a tocarme el ala del sombrero. 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey, Sutpen, que te passa?.

- Hombre donde está la Primavera?!

A.

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